El resultado parece ser que el Nuevo Testamento, además de revelar la Trinidad económica, o la Trinidad como relacionada con la Iglesia y operativa ad extra, proporciona una revelación de la misma Trinidad como existe intrínsecamente, y es operativa ad intra, y enseña que aparte de todas las manifestaciones de Dios en la creación o en la redención, Él no es en sí mismo una Mónada abstracta, sino una Trinidad de relaciones inmanentes, expresadas bajo los términos Padre, Hijo y Espíritu Santo; es decir,