Los discípulos que iban a Emaús tuvieron un viaje provechoso. El compañero y Maestro de ellos era el mejor de los preceptores, el mejor intérprete entre mil, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento. El Señor Jesús se dignó convertirse en predicador del evangelio y no se avergonzó de ejercer su vocación ante un auditorio de dos personas, ni tampoco rehúsa ahora ser el Maestro hasta de uno solo. Busquemos la compañía de tan excelente Instructor, pues hasta que