Las lenguas mentirosas estaban ocupadas en manchar la reputación de David; pero él no se defendió, sino que remitió la causa al Tribunal Supremo y suplicó delante del gran Rey. La oración es el medio más seguro para responder a las palabras de odio. El Salmista no oró fríamente, sino con fervor: puso en ello toda su alma y todo su corazón, como lo hizo Jacob cuando luchó con el ángel. Así, y solo así, tendremos buen éxito ante el trono de la gracia. Al igual que una sombra no tiene virtud alguna