El hacha parecía estar irremediablemente perdida y, como era prestada, el prestigio de los hijos de los profetas se hallaba probablemente en peligro. Como consecuencia, el nombre de su Dios iba a quedar comprometido. Contra lo que se esperaba, el hierro subió de las profundidades del río y flotó, pues lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. Conozco a un hombre en Cristo que hace solo unos años fue llamado a emprender una obra que estaba muy por encima de sus fuerzas. Parecía tan