El ejercicio de la contemplación requiere, por tanto, la activación de los sentidos espirituales: “La contemplación va también acompañada del don de la sensibilidad, de una nueva sensibilidad espiritual estrechamente unida a la activación de los ‘sentidos espirituales’ ”47. Se trata de despertar los sentidos del espíritu para “ver” con ellos la belleza de Cristo. Al hablar de esto se vienen a la mente una serie de cuestiones. Trato dos que me parecen básicas.